MAGIA: EL ARTE DE HACER LO IMPOSIBLE
Dentro
de las artes escénicas encuentro maravillosa la definición de “la reina de las
artes” a la magia o ilusionismo. Así es como definimos los magos al arte del
ilusionismo. Y si por experiencia puedo decir que hay una gran diferencia entre
ser espectador de un espectáculo de magia y ejecutar tu mismo el mismo efecto
mágico sobre el escenario, también por experiencia puedo decir que hay otra
gran diferencia entre un Mago y una persona que hace juegos de magia. Y es aquí
donde la definición de la reina de las artes adquiere toda su importancia y que
escriba Mago con M mayúscula.
Como
aprendiz en el oficio de Mago puedo constatar que no sólo es aprender una
colección de efectos mágicos y sus secretos, cómo funciona la maquinaria o cómo
esconder un pañuelo en la palma de tu mano. Tiene su qué conocer los secretos
del oficio no lo pongo en duda. Pero una cosa es conocer y ejecutar los
movimientos necesarios para hacerlos. Y la otra es subir a un escenario y
cautivar tu público. Y es aquí donde quería llegar. Un buen Mago se caracteriza
por sus dotes de interpretación, de comunicación, de saber embelesar al público
y sorprenderlo hasta tal punto de dejar al espectador con esa sensación que
acaba de contemplar como lo imposible se hacía realidad delante de sus ojos.
¿No es bonito ir a un espectáculo de magia al teatro y quedar francamente
asombrado de ver como hacen aparecer un ganso en mitad del aire? ¿O quedar
boquiabierto al ver a David Copperfield levitar en el aire? Eso son ejemplos de
un buen Mago.
Como
decía Robert Houdin, el padre de la magia moderna, “un mago es un actor que
representa el papel de mago”. Qué razón llevaba. El oficio de Mago requiere
toda una serie de habilidades y conocimientos que van más allá de barajar cartas
y cortar gente por la mitad. No sólo requiere esfuerzo, dedicación, voluntad y
constancia. Hasta aquí cualquier oficio comparte estas características. La
magia requiere no sólo amor por el arte que practicas, sino conocimientos amplios de teatro y comunicación, baile o improvisación, aspectos que en este
tipo de espectáculos se suelen tomar como secundarios pero que realmente son el
90% del show. El otro 10% son los juegos de magia y el material que se necesite
para el número en cuestión. Y esto es lo que diferencia a los buenos
profesionales de los amateurs. Los primeros son maestros sobre el escenario.
Los segundos somos expertos en tener la casa llena de material mágico y pocos
conocimientos para usarlos bien y crear ilusiones.
Pero
como aprendiz, si hay una frase que me quedó marcada a fuego, es la que usa mi
profesor Eligio, al que llamo amistosamente Profesor Dumbledore y no sólo por
la barba sino por la enorme cantidad de conocimientos que transmite con la
mirada. Siempre nos dice que para ser un buen mago, no hay que serlo de forma
parcial. Uno tiene que serlo veinticuatro horas al día, reaccionar como lo
haría un mago, CREER que es un mago y cuando eso sucede, sólo entonces uno es
Mago, así con M mayúscula.
Con
esta disertación no sólo quiero reivindicar el papel del ilusionismo hoy en
día, que a veces (seguro que por mis pequeños ojos de aprendiz) aún me parece
poco extendido, aunque reconozco que gracias a la televisión o internet cada
vez se puedan ver más espectáculos de magia y disfrutar de ellos. Es dar a
conocer la grandeza y versatilidad de esta arte escénica y sobre todo,
reivindicar la figura del buen profesional de la magia. Todos podemos aprender
a hacer magia con mayor o menos habilidad sin necesidad de recibir una lechuza
de Hogwarts. Podemos jugar como Mickey Mouse en el corto de Fantasía a hacer
magia. Y no lo critico. Al contrario, me parece estupendo. Pero lo que
realmente hace un Mago es su trabajo firme sobre el escenario en todas las
disciplinas que conlleva, su voluntad por crear ilusiones y extasiar tu público
para dejarle con la duda si lo que han visto es magia o ilusión. Y eso creo que
es lo más bonito y hermoso. Y lo que hay que saber valorar y reivindicar.
Y
ante la duda, sí es magia. Pero nos gusta confundir al espectador diciendo que
es una ilusión en su mente. ¿O era al revés?
Sobre el autor
Javier Brik (Barcelona, 1979) es un joven en la dulce treintena, licenciado en Humanidades y especializado en la gestión cultural de proyectos y eventos culturales. Escritor novel y columnista habitual en la Revista Nois y la Revista Young Catalunya, actualmente está también inmerso en el mundo de la magia y el ilusionismo, en calidad de aprendiz, en una academia de magia en la ciudad condal que robó su corazón desde el primer día, aunque ya desde bien pequeño sentía profunda admiración por la magia y el ilusionismo. Hoy día combina sus dos pasiones, magia y escritura, junto a sus trabajos de administrativo y gestor cultural.
Un gran texto y una gran persona, sin duda! :)
ResponderEliminar