domingo, 28 de octubre de 2012

PLUMA INVITADA: JAVIER BRIK


MAGIA: EL ARTE DE HACER LO IMPOSIBLE


   Dentro de las artes escénicas encuentro maravillosa la definición de “la reina de las artes” a la magia o ilusionismo. Así es como definimos los magos al arte del ilusionismo. Y si por experiencia puedo decir que hay una gran diferencia entre ser espectador de un espectáculo de magia y ejecutar tu mismo el mismo efecto mágico sobre el escenario, también por experiencia puedo decir que hay otra gran diferencia entre un Mago y una persona que hace juegos de magia. Y es aquí donde la definición de la reina de las artes adquiere toda su importancia y que escriba Mago con M mayúscula.
Como aprendiz en el oficio de Mago puedo constatar que no sólo es aprender una colección de efectos mágicos y sus secretos, cómo funciona la maquinaria o cómo esconder un pañuelo en la palma de tu mano. Tiene su qué conocer los secretos del oficio no lo pongo en duda. Pero una cosa es conocer y ejecutar los movimientos necesarios para hacerlos. Y la otra es subir a un escenario y cautivar tu público. Y es aquí donde quería llegar. Un buen Mago se caracteriza por sus dotes de interpretación, de comunicación, de saber embelesar al público y sorprenderlo hasta tal punto de dejar al espectador con esa sensación que acaba de contemplar como lo imposible se hacía realidad delante de sus ojos. ¿No es bonito ir a un espectáculo de magia al teatro y quedar francamente asombrado de ver como hacen aparecer un ganso en mitad del aire? ¿O quedar boquiabierto al ver a David Copperfield levitar en el aire? Eso son ejemplos de un buen Mago.
Como decía Robert Houdin, el padre de la magia moderna, “un mago es un actor que representa el papel de mago”. Qué razón llevaba. El oficio de Mago requiere toda una serie de habilidades y conocimientos que van más allá de barajar cartas y cortar gente por la mitad. No sólo requiere esfuerzo, dedicación, voluntad y constancia. Hasta aquí cualquier oficio comparte estas características. La magia requiere no sólo amor por el arte que practicas, sino conocimientos amplios de teatro y comunicación, baile o improvisación, aspectos que en este tipo de espectáculos se suelen tomar como secundarios pero que realmente son el 90% del show. El otro 10% son los juegos de magia y el material que se necesite para el número en cuestión. Y esto es lo que diferencia a los buenos profesionales de los amateurs. Los primeros son maestros sobre el escenario. Los segundos somos expertos en tener la casa llena de material mágico y pocos conocimientos para usarlos bien y crear ilusiones.
Pero como aprendiz, si hay una frase que me quedó marcada a fuego, es la que usa mi profesor Eligio, al que llamo amistosamente Profesor Dumbledore y no sólo por la barba sino por la enorme cantidad de conocimientos que transmite con la mirada. Siempre nos dice que para ser un buen mago, no hay que serlo de forma parcial. Uno tiene que serlo veinticuatro horas al día, reaccionar como lo haría un mago, CREER que es un mago y cuando eso sucede, sólo entonces uno es Mago, así con M mayúscula.
Con esta disertación no sólo quiero reivindicar el papel del ilusionismo hoy en día, que a veces (seguro que por mis pequeños ojos de aprendiz) aún me parece poco extendido, aunque reconozco que gracias a la televisión o internet cada vez se puedan ver más espectáculos de magia y disfrutar de ellos. Es dar a conocer la grandeza y versatilidad de esta arte escénica y sobre todo, reivindicar la figura del buen profesional de la magia. Todos podemos aprender a hacer magia con mayor o menos habilidad sin necesidad de recibir una lechuza de Hogwarts. Podemos jugar como Mickey Mouse en el corto de Fantasía a hacer magia. Y no lo critico. Al contrario, me parece estupendo. Pero lo que realmente hace un Mago es su trabajo firme sobre el escenario en todas las disciplinas que conlleva, su voluntad por crear ilusiones y extasiar tu público para dejarle con la duda si lo que han visto es magia o ilusión. Y eso creo que es lo más bonito y hermoso. Y lo que hay que saber valorar y reivindicar.
Y ante la duda, sí es magia. Pero nos gusta confundir al espectador diciendo que es una ilusión en su mente. ¿O era al revés?






Sobre el autor
Javier Brik (Barcelona, 1979) es un joven en la dulce treintena, licenciado en Humanidades y especializado en la gestión cultural de proyectos y eventos culturales. Escritor novel y columnista habitual en la Revista Nois y la Revista Young Catalunya, actualmente está también inmerso en el mundo de la magia y el ilusionismo, en calidad de aprendiz, en una academia de magia en la ciudad condal que robó su corazón desde el primer día, aunque ya desde bien pequeño sentía profunda admiración por la magia y el ilusionismo. Hoy día combina sus dos pasiones, magia y escritura, junto a sus trabajos de administrativo y gestor cultural.




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